Titulo: Cuando Jota creyó ver una sirena
Autor: Makeli0kissme
ADVERTENCIA: ¡JONGTAK!
Cuando Jota creyó
ver una sirena
La inmensa
cola plomiza casi negra golpeo suavemente las peñas, las olas le jugaron una
broma y el hombre mitad pez termino varado en medio de las rocas, descontento
por las travesuras de sus pequeñas hermanas que no lograron crecer y que
finalmente terminaron convertidas en ondas celestes de agua cristalina, pero
más que nada se encontraba completamente asustado ¡Jamás había salido del mar!
A las mujeres de su familia se les permitía tomar aire cumplidos los dieciocho
años y esto únicamente si eran acompañadas por su pareja, que por cierto era
seleccionado un año antes. Pero él no tenía una pareja, así que atravesar los
mares le era completamente prohibido hasta que la encontrase.
Comenzó entonces
a maldecir en voz baja sus tontas manos inquietas que provocaron a sus hermanas
a llevar un juego inocente y finalmente brusco que terminaría con él tratando
de bajar de aquella enorme roca filuda.
Tendría mucha
suerte si algún buen hombre de voluntad desinteresada lo ayudaba a volver al
mar, pero lo más probable es que terminase fotografiándolo y finalmente
vendiéndolo al mejor postor. Un cuento no tan irreal viniendo de sus hermanas
que antes de ser olas sufrieron el engaño de un “buen” hombre. Es sabido que
nadie puede tocar a una sirena más que su pareja y también que la maldad humana
es incluso más grande que los mares, tan inmensa que los lleva a hacer caso
omiso a las advertencias, a los gritos y al llanto. Las tocan y las condenan a
la muerte.
En el caso de
los hombres de la familia es ligeramente diferente, pueden ser tocados por
cualquiera con quien mantengan una relación cercana y que no sea una hembra
(con excepción de su pareja) pero bueno, esto casi no ocurre y ninguno está
dispuesto a arriesgarse a ser tocado por una… ¡Pero no! ¡Él tenía que juguetear
con sus hermanas!
Y por ello
ahora se encontraba siendo azotado por la bola brillante y extremadamente
calurosa llamada sol. Si es que no moría sancochado lo haría por hambre.
Cuando
finalmente creyó verse convertido en ola un hombre apareció, serio y
absolutamente callado ¿Quién era y porque no empezaba a fotografiarlo? ¿O es
que planeaba comérselo? ¡La maldad humana era increíble! ¡No, no, no!
Pero el
muchacho carecía de intensiones por fotografiarlo y mucho menos pensaba en hacer
algo con su colita. Él tenía otras intenciones…
—
¿Cómo
te llamas pequeña sirena? — pregunto.
—
No soy una sirena — respondió — y mi nombre es Kyung Tak. Ahora
que me ha visto ¿Qué piensa hacer usted conmigo?
—
¿Yo?
— el humano lucia más sorprendido aun, ver una “no sirena” de por si era
indiscutiblemente interesante para él y que esta le preguntase que planea hacer
con él lo excitaba en demasía (y no por el lado sexual).
Es entonces que noto el
tembloroso movimiento de aquella larga cola de pez, pareciéndole
la cosa más
entretenida del mundo, sonrió. La de los gatos era muy peluda al igual a la de
los perros, pero esta… ¡era simplemente perfecta! Encajaba correctamente con
ese rostro
angelical muy distinto al que imagino de las sirenas, bueno él no
era una sirena, era sus
sueños hechos hombre y mar. El pequeño y delgado hombre pez dándose cuenta
de
esa extraña fascinación por su amada colita exclamo:
—
¡No
me comas por favor! ¡Quiero vivir! — el humano sonrió sincero, tanto que Kyung
Tak estuvo a punto de creerle y dejarse tocar. Tocar esos labios curvados. Pero
se contuvo a tiempo, recapacito y comprendió que el hacerlo convertiría a ese hombre en su pareja, cosa
completamente imposible, su familia lo repudiaría y sobre todo el mismo lo
haría por haberse dejado llevar por un inquieto humano con ganas de observarlo.
—
Descuida
pequeño no sirena, no te comeré. Pareces estar perdido ¿Qué puedo hacer por ti?
—
Solo
quiero regresar a casa, señor humano.
—
Bueno,
entonces yo te ayudare.
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